Consideraciones misionológicas según Mateo 9:35–38

The Abstract

(For an English translation of this article, click here.) Introducción Miraremos este pasaje del evangelio según Mateo para intentar descubrir algunos principios de la misionología de Jesús plasmados dicho evangelio, a fin de que pueda servir de guía para que la iglesia contemporánea pueda cumplir su misión, desde una perspectiva más bíblica y cristológica, ya […]

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Academic article by José Luis Oyanguren

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Introducción

Miraremos este pasaje del evangelio según Mateo para intentar descubrir algunos principios de la misionología de Jesús plasmados dicho evangelio, a fin de que pueda servir de guía para que la iglesia contemporánea pueda cumplir su misión, desde una perspectiva más bíblica y cristológica, ya que las demandas del mundo nos exigen una “conversión en el camino,” redescubriendo a Jesús de Nazaret en los desafíos que las necesidades concretas de la gente nos presentan, esperanzados en la renovación que el Espíritu puede darnos.1 Entonces, veremos algunos puntos destacados de la misionología de Jesús en Mateo 9:35–38.

Características de la misionología de Jesús

La misionología de Jesús fue centrífuga, cercana y periférica

Aunque es un solo apartado marcamos estas tres características que emergen del 9:35ª. Las acciones de Jesús fueron hacia afuera. El texto dice que Jesús recorría toda aldea y ciudad. No esperó que la gente viniera a Él, aunque la necesidad de la propia gente muchas veces provocó esta realidad, pero no fue la norma de su ministerio terrenal. No se atrincheró dentro del templo en la gran ciudad, convocando a las multitudes a un “congreso para conseguir poder espiritual.” Jesús estuvo donde la gente estaba. Es imposible responder con el evangelio a personas de las que desconocemos su situación integral; sus viviendas, su historia y problemáticas, etc. Muchas veces nuestra proclama del evangelio es impertinente por las formas y no por el contenido. William Reyburn escribiendo sobre el tema de la identificación del misionero relata un hecho de su propia experiencia con los kakas de Camerún, cuando comió del propio plato de ellos. Él dijo: “una cazuela vacía de orugas es más convincente que todas las metáforas vacías de amor, las cuales muchos misioneros son tan propensos a emplear con los paganos.”2

Otro grupo misionero que trabaja con indígenas en Argentina tomó una filosofía ministerial que enfoca al misionero como “huésped.”3 Esto significa llegar, ser invitado, escuchar, esperar y compartir. En cierta ocasión, algunos misioneros extranjeros se sorprendieron porque un misionero nacional trabajaba con otras etnias de su mismo país y había aprendido ocho idiomas. Al indagar sobre cómo había alcanzado tal logro y esperando una respuesta que tratara sobre alguna estrategia lingüística avanzada, el interrogado contestó: “solamente fui donde estaba la gente.”4

Todas las aldeas que Jesús recorría eran de Galilea. Jesús comenzó su ministerio por su propia región, Jerusalén y Samaria, zonas olvidadas y despreciadas de Israel, marcando así su perspectiva teológica. En el hecho de que considerase a las masas marginadas, pobres y excluidas, porque no es incidental que los acontecimientos históricos en la vida de Jesús se dieran de esta forma, hay plasmado un pensamiento divino. Orlando Costas dice que “es especialmente significativo que Jesús escoge Galilea, una encrucijada racial y cultural como base para la misión.”5 Esto no significa que las demás clases sociales no necesiten del evangelio sino que Jesús impartió de esta manera una misionología en la que predominantemente se escoge, como base teológica, a los necesitados, pobres y aislados de los sistemas oficiales.

La misionología de Jesús fue continuadora y dialógica

Algo muy significativo es que Jesús va a las instituciones existentes de su tiempo, las sinagogas de los judíos, y no establece otro centro de enseñanza a algunos metros de las mismas. Jesús de alguna manera no trae una enseñanza extraña sino que propone una renovación de lo existente, desde adentro. Jesús también era un estricto conocedor de las creencias judías, aunque reconocemos que su ascendencia era de esta religión, pero esto nos da pistas para una misionología actual, que tome en cuenta las creencias de los pueblos en los cuales la iglesia quiere misionar y no tome una postura facilista de condenar a priori, sin ahondar en sus significados o simbolismos. Debemos entender que las distintas culturas no pueden romper totalmente con su historia y cosmovisión. Esto no quiere decir que el evangelio no traiga cambios y, de hecho, aún hay choques de prácticas y pensamientos, pero sí quiere decir que la buena noticia del Reino es más redentora que condenatoria. Hesselgrave dice que “el misionero puede adoptar provisoriamente la cosmovisión de su oyente no creyente y reformular el mensaje desde el punto de vista de ellos de modo que pueda tener significado.”6

Aunque no es nada fácil esta postura, hasta podría ser imposible en su cabalidad, vale la pena el esfuerzo por entender al otro, de manera que el evangelio pueda ser algo nuevo dentro de las estructuras mentales de los oyentes. Que un grupo animista oiga del Espíritu Santo no tiene el mismo significado que para una cultura occidental. El misionólogo Charles Kraft opina que “no sólo es necesaria una traducción bíblica de equivalencia dinámica, sino también una evangelización de equivalencias dinámicas que traduzca eventos, prácticas religiosas, sistemas de normas, etc.”7 De esta manera, el evangelio no produce un vacío en la cultura sino que trata de lo que la antropología llama “sustitutos funcionales.”8 Por ejemplo, en algunas culturas indígenas de América, eran comunes las fiestas sociales, las cuales tenían la función de reforzar los lazos intra e interclánicos, fomentar las expresiones artísticas, la solidaridad grupal, etc. Cuando el cristianismo llega, si tales eventos no continúan, por decisión de los nativos o los misioneros, queda un vacío, un quiebre en la armonía cultural. Pero no ocurriría eso si las fiestas cristianas, con danza, cantos, etc. reemplazaran las funciones de las primeras.

Cuando Jesús se presenta ante los judíos reclamando ser el mesías, ellos entendieron bien de qué hablaba. Jesús, como cordero de Dios, era comprensible en el sistema de sacrificios judíos. Jesús en cierta manera hace una reinterpretación de la tradición del pueblo al cual misionaba. Debemos entender que Dios no llega a un pueblo con la llegada del misionero, Dios ha estado tratando desde mucho antes con esa gente, por eso su misionología también era dialógica, no decía que hubiera venido a anular la ley, sino para darle cumplimiento. “El término utilizado para cumplimiento es plerosai que significa completar en su plenitud, implicando un progreso; es no guardar una cosa en el mismo estado de antes.”9 Que Jesús pudiera decir “oísteis que fue dicho” (Mateo 5:21–48) significa que era conocedor de la historia teológica del pueblo. Pablo también afirma en su mensaje a los de Listra que aunque Dios permitió que cada pueblo anduviera en sus propios caminos, eso no significa que no tuvieran testimonio de Él. Pablo había aprendido muy bien de su maestro y lo demuestra en su diálogo con los atenienses demostrando que también conocía el pensamiento griego. Nos detendremos en el texto de Hechos 17:22–34 y destacaremos algunos puntos:

  • Pablo comienza el diálogo afirmando la actitud religiosa de los atenienses. No empieza censurando todo lo que ellos piensan, sino elogiando lo que han estado elaborando teológicamente desde su historia.
  • Pablo inicia la interlocución desde el lugar psico-socio-espiritual donde ellos están. Se había detenido a mirar sus altares. En cierta manera, se saca sus calzados en la tierra santa de los atenienses.
  • En una acción muy inteligente y redentora, Pablo reenfoca la adoración que ellos están ejerciendo al dios no conocido, argumentando estratégicamente que él conoce a ese dios. Dios viene a tomar el lugar de su dios. Aquí es donde nace la continuidad teológica, aunque no quiere decir que no necesite reformularse.
  • Después, Pablo inicia la proclamación de la palabra, como dice el texto de Mateo que también Jesús hizo al enseñar y predicar. Pablo rescata lo positivo de algunos proverbios de filósofos nativos y los utiliza para reforzar una nueva verdad teológica.

La misionología de Jesús fue liberadora

El texto dice que Jesús sanaba toda enfermedad y toda dolencia. En la época de Jesús los judíos tenían el firme pensamiento de que “las enfermedades eran causadas por los pecados de la persona afectada o por los demonios.”10 “El NT considera la enfermedad como contraria a la voluntad creadora de Dios, ve en acción en ella el poder demoníaco, y rastrea una conexión general entre pecado y enfermedad.”11 Por lo que una sanación representaba, para la mentalidad judía del primer siglo, mucho más que una restauración física, era una reivindicación de toda la persona en sí misma, en su aspecto físico, social y espiritual. El dogma de la retribución era normal en el pensamiento judío, pecado y enfermedad iban en caminos paralelos muy contiguos, y por eso la enfermedad se tornaba un mal que afectaba a todo el ser de la persona y, muchas veces, perdón y sanidad se tomaban de la mano. Las palabras utilizadas para dolencia y enfermedad son: malakia y nosos. “Malakia está relacionada a delicadeza, debilidad, enfermedad. Sólo se halla en Mateo 4:23, 9:35 y 10:1.”12 El diccionario médico dice que “malakia significa blandura, debilidad, impotencia.”13 Nosos está relacionado con el término latino nocere que significa dañar, injuriar, de aquí enfermedad.”14 Vemos que estas dos palabras designan un estado no deseado por las personas y con influencia de factores externos a ellos. Hay enfermedad y dolor, sintomatología biológica y emocional, imposibilidades físicas y sociales. Ante todo esto, Jesús irrumpe con su poder que corta el círculo vicioso de marginación y aislamiento. Como en Mateo 11:22–29, en donde Jesús demuestra que con su ministerio se ha inaugurado una nueva era, la cual se caracteriza por “atar al hombre fuerte” y brindar liberación. Las sanaciones son evidencias que el reino de las tinieblas ha comenzado a caer. Como observa Boff: “Mateo nos presenta a Jesús como el nuevo Moisés, en donde el mesías traería al igual que Moisés un paradigma de liberación, caracterizado por señales y prodigios. Jesús es el nuevo libertador del pueblo hebreo.”15

La misionología de Jesús fue identificatoria

La motivación de Jesús para identificarse con aquellos que están enfermos, dolidos, afligidos, extenuados, maltratados por las circunstancias de la vida la cual pareciera no ser digna de ser vivida, se desprende de su compasión. Jesús se movía por compasión, pero no son las circunstancias ajenas las que determinan ese deseo de entrar en acción, para erradicar las causas de tales circunstancias, sino una virtud interna, cultivada por una espiritualidad a tono con el amor de Dios. Jesús se colocó las sandalias de sus congéneres para entender realmente sus vivencias y poder sentir sus vicisitudes cotidianas. Todas las características de la misionología de Jesús se conjugan e interrelacionan entre sí. Fue a sus aldeas, dialogó y enseñó, porque se identificaba con ellos; sanó y trajo nueva vida por su compasión y esta misma compasión, le llevó a invitar a otros para cooperar en la erradicación de los males que “despellejan” la vida humana. En su misionología cada virtud no solo tiene un efecto en cadena, sino que también se afectan mutua y orgánicamente. Lo graficamos de la siguiente manera:

La misionología de Jesús

Gráfico Nº 1 La misionología de Jesús

La misionología de Jesús fue ecuménica

Jesús no tuvo ninguna intención de querer abarcar toda la tarea en su persona. No tuvo el más mínimo pensamiento de imponer un movimiento monolítico de avanzada en desprecio de los demás. En cierta oportunidad los discípulos encuentran a algunas personas desconocidas echando fuera a los demonios, pero les generó desconfianza y celos porque no eran del grupo íntimo (Marcos 9:38–41, Lucas 9:49–50). Entonces avisan a Jesús esperando una respuesta de acuerdo a sus expectativas, pero Jesús responde de una manera diferente. Para Jesús había otros que estaban en la verdad y era legítimo que hicieran obras buenas; también pertenecían al macro grupo de Jesús. No daba lugar a que se instaure esa estrechez mental exclusivista. En el texto de Mateo, Jesús insta a sus discípulos a que rogasen a Dios que enviara obreros. Había lugar para otros, con diversos dones y maneras de actuar, pero con un mismo objetivo, el Reino de Dios en medio de la diversidad y pluralidad.

Conclusión

Hemos visto parte de la misionología de Jesús en este texto. No es exhaustiva pero sí iluminadora. Una vez más Jesús de Nazaret se torna desafiante para la cristiandad y se pone como ejemplo insoslayable de la práctica de nuestra fe. Sigámosle a Él.

Footnotes

1

José Oyanguren es misionero entre indígenas tobas/qom de Chaco, Argentina, de la Iglesia Menonita, Bragado, Argentina, en co-participación con Mennonite Mission Network.

2

William Reyburn, “La identificación en la tarea misionera,” en, Misión Mundial: un análisis del movimiento cristiano mundial, tomo 3, Consideraciones transculturales, 2ª ed., coord. Jonatán P. Lewis (Miami: Editorial Unilit, 1990), 23.

3

Willis Horst, Ute Müller Eckhardt y Frank Paul, Misión sin conquista: acompañamiento de comunidades indígenas autóctonas como práctica misionera alternativa (Buenos Aires: Ediciones Kairos, 2009), 98.

4

Gastón Salamanca, Adquisición de segunda lengua (Lima: SIL, 2004), 36.

5

Orlando Costas, citado en Samuel Escobar, De la misión a la teología (Buenos Aires: Ediciones Kairos, 1998), 39.

6

David Hesselgrave, “La cosmovisión y la contextualización,” en Misión Mundial: un análisis del movimiento cristiano mundial, tomo 3, Consideraciones transculturales, 2ª ed., coord. Jonatán P. Lewis (Miami: Editorial Unilit, 1990), 102.

7

Charles Kraft, El cristianismo desde una perspectiva transcultural: un estudio sobre teología bíblica dinámica (México: Fondo de Cultura Económica, 1981), 165.

8

Wilmar Stahl, Culturas en interacción: una antropología vivida en el Chaco paraguayo (Asunción: Editorial El Lector, 2007), 27.

9

Francisco Lacueva, Curso de formación teológica evangélica, tomo 10, Ética cristiana (Barcelona: Editorial CLIE, 1989), 77.

10

Fred H. Wright, Usos y costumbres de las tierras bíblicas (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz,  1981), p. 149.

11

Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich (editores en alemán) con Geoffrey W. Bromiley (traductor al inglés), Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Ediciones Desafío, 2003), 505.

12

W. E. Vine, Diccionario expositivo de palabras de la Biblia (Miami: Editorial Caribe, 2003), 294.

13

Clínica Universidad de Navarra, Diccionario médico, http://www.cun.es/diccionario-medico.

14

Vine, Diccionario expositivo, 317.

15

Leonardo Boff, Jesucristo el liberador: ensayo de Cristología crítica para nuestro tiempo, Santander: Editorial Sal Terrae, 1985), 138.